lunes, 30 de agosto de 2010



Hoy las musas no llegaron, deben estar de fiesta y no me invitaron. Me dejaron plantado. Quién sabe con quién andarán.

Hoy el cerebro gritó: “sí, sí puedo”, pero la mano le respondió: “¡Ja! Iluso, no te voy a dejar”.

Si las musas vienen a tocarme la puerta a la media noche no les voy a contestar, voy a tener dignidad. Que se vayan a un hotel.

Hoy me voy a dormir enfadado. Musas malparidas.

jueves, 26 de agosto de 2010

Tu amorcito se iba a las siete de la mañana y llegaba a las ocho de la noche. Era un buen esposo ese amorcito que ella tenía.
Entre las siete de la mañana y las ocho de la noche no pasaba mucho en tu vida. Vete a mercar y manda a limpiar. Compra flores, que se ven muy bonitas en la mesa. Dobla las toallas y habla un rato por teléfono, te lo mereces. Pon el programa de radio, canta. Entretente. Solo es la una de la tarde. Pastel de mandarina en la casa de la amiga. Mamá chismosa que llama a toda hora. La de la telenovela tiene cáncer, ¡ay!, te pones a chillar. "Es que es un caso de la vida real".
Entre las ocho de la noche y las siete de la mañana no pasaba mucho tampoco. Saludo de beso. Sirve la comida. Sexo convencional y finge un orgasmo. Él, a roncar.
Tu amorcito es un buen esposo. Tú eres una buena queridita. Todo es muy bonito. Los pajaritos cantan.
Pero mujer, ¡por dios!, que tú querías ser artista. Saliste medio bruta, pero ahora eso no es impedimento.
Hacer estantes en forma de vaquita para guardar sabanas no era precisamente lo que buscabas. La brocha de la sombra para ojos está un poco cerca, pero tampoco.
Te jode. Es que se te nota. Las buenas queriditas de sus amorcitos no fuman. Se te nota. No se comen las uñas ni se masturban. Pequeña puerca.
Pero tu amorcito lo entenderá. Tú también tienes derecho a una carrera. A una vida.
Lo sientas al otro lado del sofá a las ocho treinta. Luce lindo, es un maridito bonito. Pero la que se tiene que ver linda eres tú. Tomas la cámara fotográfica, auto disparador a diez segundos, te sientas. Dispara.
Ahora todo resuelto. Lo de tu amorcito fue fácil.
Han pasado varios días desde que hiciste tu primer trabajo y vaya escándalo que ha despertado tu obra en la prensa. ¡Es magnifica! Estás sentada leyendo las páginas de crítica de arte. Te aman. Pero es peligroso decirlo en público. Te aman en silencio. Grande. Artista. Genio.
“Retrato de una mujer mirando un cadáver” es una pieza exquisita. Todos lo saben.
Sentada en la celda sin mucho para hacer. ¡Qué más da! Por lo menos ahí no hay toallas para doblar.

martes, 24 de agosto de 2010

Desde que te fuiste todo ha cambiado. Ahora las arañas no tejen en mi habitación y las paredes se han descascarado por la humedad que les produjo mi llanto.

Hace un momento encontré unas mariposas muertas detrás de la cortina de la ventana por la que te espié. Es extraño, desde el día de tu partida ya no vienen para hacer sus capullos, sólo vienen a morir. Debe ser porque la música que solía escuchar en las tardes ahora la aborrezco, o quizás dejaron de venir cuando empecé a cortarles las alas. No quiero que nada se vuelva a ir de mi lado.

Esta mañana salí a dar un paseo por el parque. Sonreí cuando vi el árbol en el que enterré al perro. ¿No lo sabías acaso? Lo maté una semana después de que te marchaste. No soporté oír sus ladridos en la noche. Los ladridos que tú callabas y luego nadie pudo callar.

Te siento tan lejana que ya ni recuerdo cómo eras. Sé que no tenías bellos ojos, ni un lindo pelo. Sé que no eras bonita. Siempre me pareciste muy evanescente. Amorfa. Eras como una bola de papel arrugado. Pero así te quería yo. Fea.

No he vuelto a bañarme. No lo he vuelto a hacer porque la ducha me recuerda la lluvia, y la lluvia me recuerda nuestros paseos invernales, caminando por un andén vacío mientras la gente se escondía del agua. Ahora que lo pienso bien, eso nunca pasó. Tal vez lo soñé o lo vi en alguna película. ¿Importa eso ahora? Te extraño igual.

En mi vida no ha ocurrido nada que valga la pena de ser contado. El suceso más importante es que te fuiste. Después de que marchaste, nada. Creo que he perdido el tiempo, no sé dónde está o por qué estaba cuando lo perdí. ¿Estaba por ti? A lo mejor sí. El tiempo se debe aburrir conmigo. El hecho es que se perdió, tal vez mañana lo encuentre. A lo mejor solo tenga que comprarle baterías al reloj.

Baterías para el reloj y un cepillo de dientes. No me he vuelto a cepillar, es que odio las sonrisas.

¿Recuerdas que prometimos que el primero en morir cobijaría en las noches al que estuviera vivo? Vigilaríamos el sueño del otro sentados desde el marco de la ventana. La promesa no la podré cumplir, yo ya no sé dónde está tu cama.

El perro sigue ladrando.

A veces te siento entrar con una vela en la mano. Puras tonterías mías


Nota: El anterior es un monólogo que escribí hace mucho tiempo. Alrededor de los 16 años (ahora tengo 21). Para publicarlo aquí tomé algunos párrafos y excluí otros, que incluían una borrachera y un suicidio, entre varias linduras. Éste es el estilo con el que yo escribía cuando era más pequeño. Ahora que lo leo, me parece que carecía de sinceridad, que era una historia decorada con barroquismo y que no tenía estructura, pero que tenía unas ideas muy bonitas, básicamente las ideas que dejé aquí.

Me pregunto si, dentro de unos años, las cosas que escribo ahora las veré del mismo modo.

sábado, 21 de agosto de 2010























Me reprocho mucho que en los últimos años mis capacidades para hacer cosas no hayan mejorado de manera notoria. La foto de arriba la tomé en el 2007, la de abajo la tomé hoy. Verlas juntas me hace pensar que estoy muy equivocado.

jueves, 19 de agosto de 2010

Mí con yo.

Este es un texto de mi amiga Camila Vera, con quien inicié mi carrera en periodismo por allá en el 2006. Con ella comparto eso de ser engreídos, acomplejados y official haters del pregrado que elegimos (valga aclarar que odiamos la forma en que nos enseñan el periodismo, si es que eso es enseñar, mas no el periodismo (por lo menos no el bueno, porque hay unas birrias de publicaciones…)). También comparto con ella el hecho de arrastrarnos perezosamente durante este semestre con el fin de alcanzar un titulo que, tal vez, no vamos a usar. ¿Si no lo vamos a usar para qué lo queremos? Porque somos engreídos y no nos va a quedar grande la carrera. Además, de pronto, nos da por usarlo, uno nunca sabe.

El siguiente fue un trabajo que ella debió realizar en la Central Minorista de Abastos – una plaza de mercado de Medellín –. El ejercicio consistía en elegir una pareja, vendarle los ojos y guiarla por el sitio. Luego, intercambiar los papeles. El típico ejercicio bobo de ver el mundo de manera distinta, aunque uno lleve toda la vida viendo, oliendo, tocando y comiendo tomates y lechuga. La obviedad esa de los cinco sentidos, lo cotidiano, y el nuevo periodismo que, nuestros profesores no se han dado cuenta, se convirtieron en un cliché y ya están bastante trillados.

Lo que me gustó de este texto es la forma como rompe los esquemas gastados con que los estudiantes de periodismo de la Universidad de Antioquia están acostumbrados a escribir crónicas (No todos, obvio, pero sí muchos). Lógicamente el siguiente no es un trabajo como para un premio Pulitzer, pero a mi me hace reír y con eso me basta.

Aclaro que la opinión antes vertida, de manera venenosa, es mía. La autora del trabajo puede no estar de acuerdo con todo lo que yo digo (como viene siendo natural desde que la conozco).

Después de mi cháchara, ahora sí, el trabajo:

Maria: Con que esto es ser ciego.
Camila: No.
Maria: Ser ciego es una realidad, no una aventura.
Camila: Hoy no ver es nuevo, y se acaba en media hora, no te creas la del braille.
Maria: Y ahora qué hago.
Camila: Pues esperá a que te guíe el nuevo “amigo”.
Maria: Eso de no conocer a nadie de la clase sí es muy maluco.
Camila: Y usted, que se le inventó a la psicóloga que ya tenía un nuevo amigo. El pobre ni sabe que es su amigo.
Maria: Ni que necesito psicóloga.
Camila: En fin. Que toqué allí. Un papel. Que toque allá. Un tomate.
Maria: Más emocionante cuando uno estaba en el colegio y lo ponían a probar las cosas.
Camila: Boba. Que a usted ya los escrúpulos no la dejan probar nada que no vea.
Maria: Eeeh, pero al menos toco.
Camila: Y qué, entonces paseamos y vemos y ya después le toca al otro.
Maria: Sí.
Camila: Pero no se anula la caminadita.
Maria: Sí, pero me quiero graduar.
Camila: Ni modo.
Maria: Ve la guanábana es blandita. Puta. Me enterré una cosa en el dedo.
Camila: Jajajaja. ¿Va pa’ urgencias después?
Maria: Fijo se me hincha.
Camila: Qué va, un chuzo cualquiera.
Maria: ¿Cualquiera? La gente se muere de cosas como esta.
Camila: La gente. No usted. Camine bien, amotriz.
Maria: ¿Qué más?
Camila: Repetitivo, aburridor, más emocionante ir a mercar.
Maria: Comprar cositas.
Camila: Acose.
Maria: No me hacen caso.
Camila: Fó. Queso.
Maria: Me voy a quedar sin pestañas.
Camila: Jum, y esas que no vuelven a crecer.
Maria: Ay, puta.
Camila: Sin novio, sin pestañas y con los ojos sudados. Hecha mijita.
Maria: Pero no pasas ni una.
Camila: Pa’ que habla sola.
Maria: La verdad, que pensaba que este era un lugar como más tenebroso.
Camila: Empelículada.
Maria: Pues sí, pero pa´ tocar aguacates y que las manos me huelan a cebolla, tiempo sobra.
Camila: Pero te querés graduar.
Maria: Ahh sí, eso sí.
Camila: Toque.
Maria: Flores secas.
Camila: Toque.
Maria: Papas.
Camila: Toque.
Maria: Una barriga.
Camila: Acose.
Maria: Ya.
Camila: Guiemos.
Maria: Que él también huela queso.
Camila: Fó. Con razón Eliza no come.
Maria: Pero vos sí, le decís que no te lleve a la carne, y lo primero que haces cuando ves es meterte acá.
Maria: ¿Pero que más papas puede uno tocar?
Camila: ¡Qué toque limones!
Maria: Ay, no, será que en ese mismo camión venía la carne de mi almuerzo.
Camila: De eso sí te morís.
Maria: A qué sí.

domingo, 15 de agosto de 2010

El funeral de los bombillos solo estará iluminado por velas.
Hoy no sé si reciclar el pasado o tener esperanza en el futuro.

domingo, 8 de agosto de 2010



Habían pasado tres horas. Cuatro, tal vez. Me quedé dormido y no recuerdo cuántas horas pasaron.  En los baldes ya no había nada.
Yo mismo había subido, uno por uno, los baldes. No había otra forma de llevar el agua hasta la punta de la montaña.
Uno, rojo. Cinco, morado. Ocho, azul. Diez, tropecé y se regó. Diez, verde. Doce, amarillo. Quince, naranja. Diecisiete, rosado. Veinte, veintiuno y veinticinco. Rojo, azul y verde.
Cuando desperté, el agua ya se había evaporado. Era lo que quería.
Me quedé dormido por el cansancio que me produjo subir, uno por uno, los baldes hasta la punta de la colina. ¡Qué agotador fue aquello!
El agua de los baldes estaba mezclada con anilina de colores. Se evaporó mientras dormía. Cada balde tenía un color distinto. Se evaporó con el sol de medio día. Solo me quedaba esperar. Y correr. Correr muy rápido para llegar a tiempo.
Media hora.
Tic. Tac. Tic. Evaporación. Tac. Tic. Una nube. Tac. El cielo se oscurece. Tic. Tac. Tic, tac, tic. El agua de mis baldes flota en el cielo. Tac. Quiere caer. Tic, tac, tic, tac, Condensación. Tic. Tac. Precipitación. Tic tac. Tic  tac. Una gota. Tac. Dos gotas. Tres gotas. Cuatro gotas. Tic  tac tic. Tac. Una hora más. Tac. Cinco gotas. Diez gotas. Cien gotas miles de gotas millones de gotas. Tic, azul. Gotas. Rojo, tac. Amarillo. Gotas. Anilinas de colores. Tic tac tic tac. Gotas. Verde morado rosado naranja tic tac tic tac. Púrpura y carmesí y aguamarina y gotas.
Esa tarde todos miraron hacía arriba. Todos. Nadie sacó paraguas. Nadie. Todos se mojaron estando vestidos. Todos. tic tac tic tac.
Si corría muy rápido podía llegar a tiempo. tic rojo tac verde tic azul. Llegué a tiempo. tic amarillo. Llegué a tu casa a tiempo. Tú, brincando en la acera. Yo, mirándote desde el otro lado de la calle.
Sonrisas. Mi lluvia de colores es para ti. Tic tac tic tac. Verde. La hice para ti.
Momento... ¿Por qué ese bobo te coge de la mano? Tic... tac... tic ¿por qué lo besas? ... tac...
Un rayo. ¡Tas!


domingo, 1 de agosto de 2010



La terrible y melancólica situación de despertar a las 2 de la mañana con un dolor en la parte inferior derecha del abdomen y armar toda una película en la que vas a morir.