martes, 27 de julio de 2010

Que mi blog sea leído

Me gusta saber que la gente lee lo que hago. Que me leen y que, además, les gusta leerme.

Cuando abrí este blog me interesaba saber cómo conseguir que las personas me leyeran. Busqué en Google algunos consejos para ganar visitas y, si era posible, seguidores. Supongo que todos los novatos en esto hacemos lo mismo.

En medio de esa búsqueda me surgieron dos preguntas: ¿Por qué quiero ser escritor? ¿Por qué merezco ser leído?

¿Elogios? ¿Ego? Sí. A todo el mundo le gusta ser elogiado por algo que hace bien, no soy la excepción. No fingiré falsa modestia. A mi me gusta que la gente me diga que les gusta lo que hago. Que solo lo piensen no es suficiente, me gusta que me lo digan. Aunque, cuando me lo dicen, no sé cómo reaccionar. A veces me quedo callado, a veces me pongo rojo, a veces cambio el tema.

¿Elogios? ¿Ego? En parte, sí, pero no es la razón principal.

Yo podría escribir y guardar lo que escribo. Pero, para mí, eso es igual que estar vivo y optar por vivir encerrado en mi casa, aislado de todo.

Escribo, publico, porque necesito vomitar ideas que no me dejan en paz. Que se me atraviesan y no me dejan hacer nada hasta que no las saco. Y, mientras las saco, me ponen eufórico.

Necesito saber que aún queda un espacio donde la vida no es una mierda. Un lugar donde la mamá de un amiguito de infancia no me dice cosas feas y me pone a llorar, y yo prefiero llorar delante de ella porque eso es más valiente que correr hasta mi mamá. Porque los niñitos mimados y llorones son mal vistos. Los niños que no saben montar bicicleta y chupan dedo hasta la adolescencia. El niño al que le preguntan si de grande quiere ser peluquero. El que en lugar de jugar Chucha Cogida jugaba Atrapa al Verdugo, y el verdugo era cualquier hijodeputica que se reía de lo gordo, lento y orejón que eras. Nunca atrapaste al verdugo.

Escribo porque necesito un espacio donde mi mamá no está enferma, donde me puedo olvidar de lo mal que me hace sentir no querer a mi papá. Donde mi hermanita ha tenido una vida donde no se ha sentido tan humillada. Un sitio que me aleje de esta ciudad que odio. De este país asesino. De un colegio al que no me adapté, de una universidad que detesto. Escribo para fingir que las cosas van a salir bien, aunque sepa que no será así.

Porque necesito sentirme bueno en algo. Porque ese muchachito callado que parece bobo no tenía otro talento.

Porque tuve que aprender a reír cuando no quería reír, solo para que no me dijeran comemierda.

Para no sentirme el sangre roja de una familia de sangre azul.

Porque ser tierno era de maricones.

Porque sé que no soy un bicho raro.

Porque ser débil no es malo.

Porque mi tragedia es pequeña comparada con otras. Pero es mía y eso la hace importante para mí.

Porque ese niño era feliz, a pesar de eso.

Escribo para publicar, publico porque quiero ser leído, quiero ser leído para no sentirme tan solo. Para saber que hay otros que sienten lo que yo siento.

Escribo porque, cuando escribo, cuando dibujo, los problemas dejan de ser míos y pasan a ser del papel.

¿Merezco ser leído? Esa parte no la sé. Pero lo seguiré haciendo, para que alguien se tropiece conmigo y yo con él.

Porque el niñito mimado, llorón, cabezón, orejón, lento y bobo merece un sitio bonito para vivir. Aunque, tal vez, nadie lo quiera visitar.

Aunque solo el prepotente criticón en el que se convirtió para defenderse quiera echarle un vistazo.

El prepotente criticón que chilla a escondidas.

Creo que más que ser leído, uno busca ser querido.

lunes, 19 de julio de 2010


-¡Qué horror!
-¡Terror!
-¡Pavor!
-Hace tres días ya que pasó.
-Ella llegó.
-Y lo vio.
-El regalo de su prometido.
-Sin la cabeza estaba.
-Y relleno de tierra.
-¡Qué horror!
-¡Terror!
-¿Gritó?
-Gritó.
-¿Corrió?
-Lo hizo.
-¿A la puerta?
-¡Del balcón!
-¡Qué horror!
-¡Pavor!
-¿Y la madre?
-Llorando está
-¿Y el prometido?
-En la revolución estaba.
-¿Y el padre?
- Sacó al prometido de la revolución.
- Y la cabeza le cortó.
-¿Y nosotras?
-A la caridad mencionaron.
-¿Nos regalan?
-Solo somos lámparas.
-¡Qué horror!


domingo, 18 de julio de 2010


El médico te lo advirtió. Te pasó un papelito con la receta: O te abstienes de luna llena o te va a dar un coma diabético.

Esas sobredosis de romanticismo te van a terminar matando. Tienes un nivel de glucosa tan alto que es casi mortal.

De ahora en adelante vas a consumir solo luna nueva. Te lo dijo el médico. Te lo repito yo. En la luna nueva no hay poetas expendedores de droga azucarada.

De ahora en adelante solo luna nueva. Así. A oscuras.

En la luna nueva ningún escritorcito entrometido nos verá. Luna nueva. Oscuridad total. Así, no nos usarán para escribir esos versos ridículos que te están matando.

Hay que reducir los niveles de glucosa.


jueves, 15 de julio de 2010

¿Cuándo volvemos a posar?

Estoy de acuerdo con eso que dice que la vida se resume en unos pocos momentos. No sé cuál escritor lo dijo, ni cuáles son las palabras precisas. Y no voy a buscarlo en Google para hacer alarde de una memoria literaria que no poseo.

Estoy de acuerdo con eso que dice que la vida se resume en unos pocos momentos.

Un momento simplecito. Que sintetice un poco de lo que va. Que me recuerde que la próxima oportunidad para una foto así significa que mucho habrá pasado.

Estoy de acuerdo con eso que dice que una foto, que necesita menos de un segundo para ser tomada, captura una parte de la vida.

Una foto bonita y honesta. Que con la lejanía de los años miraré, o miraremos, y pensaré, o nos diremos: ¡Mirá las güevonadas que hacíamos!

Y nos querremos un poco más, porque sabremos (sabemos) que estábamos (estamos) en plena confianza para ser unas completas pelotas.

(También existe la posibilidad que con el tiempo se nos salga de las manos una de esas peleas, y la foto sea solo un fastidioso recuerdo. Inexistente para entonces, tal vez.Me consuelo, hoy, ahora, con pensar que, si eso pasa, por lo menos quedará, aunque fastidioso, el recuerdo).

Y en unos años, la vida, las fotos, la lejanía, las “comidas” y sus post depresiones, solo servirán como tema de conversación. Nos tomaremos otra foto, con los mismos o con otros, y volveremos a pensar las mismas cosas romanticonas (por lo menos yo, que soy un romanticón).


miércoles, 7 de julio de 2010




La ridiculez es hermosa y el sentido común es amargado.
¿De dónde sacan los poetas todas sus tonterías? ¿Qué pasaría si una niña nace con estrellas en el pelo?Posiblemente sus amiguitas del colegio le inventarían un apodo y le pegarían chicles en la cabeza.

Posiblemente sacarían un champú para prevenir la caída o el exceso de estrellas en el cuero cabelludo.

Posiblemente los circos se pelearían por tener una niña con estrellas en el pelo. Posiblemente a todos les parezca un fenómeno y una exageración que alguien nazca así.

Posiblemente, y solo posiblemente, esa niña le resultaría encantadora a un puñado de tontos. Y ese montón de bobos sonreirían solo porque la ridiculez es hermosa. Así, sin razones.

Hoy, al descubrir que ya no seré lo que se supone que debía ser, lloré, por primera vez en mi vida, de felicidad.

http://www.youtube.com/watch?v=4qh_TKJTPsQ

¡Te amo! Sí que lo hago. Eres la cosa más bonita que he visto en mi vida.
Te amo porque eres el pedacito de mi corazón que siente alegría.
Te amo porque eres la parte del planeta que me hace llorar.
Te amo y no sabes cuánto.
Te amo porque lo tienes todo. Lo tienes todo menos una cosa. Te amo, aunque no me ames.
Te amo. Y si me amaras, yo dejaría de amarte.

lunes, 5 de julio de 2010

Historia de una flor acusada de libertinaje


I

Se quedó abierta toda la noche. Las demás dormían, con los pétalos cerrados.
Se quedaba abierta todas las noches. Las demás dormían, con los pétalos cerrados.

II

– Largo de aquí, abeja – gritó una.
– Fuera de aquí, mariposa. – chistó la otra.
– ¡Ahí vienen las mariconcitas! – advirtió, preocupada, la más tonta.
– Mariquitas – corrigió la señorita sabelotodo.

Todas esperaban una abeja galante. Una mariposa de una sola flor. Una mariquita que no fuera tan gay. Todas esperaban al Señor Insecto, al masculino y educado bicho digno de polinizarlas. Recibirían solo a uno, se casarían con él, y serían felices.

– ¡La moral! – dijo una.
– ¡Sí!, ¡la moral! – respondió la otra.
– ¡La familia y los principios! – graznó la más gorda.
– Flores de un solo bicho – contestó, suavecito, la más tímida.
– ¡Tontas! – gritó la más hermosa.
– ¡Prostituta! – gritaron, al unísono, las demás.

III

– ¡Puta! ¡Puta! ¡Puta! – coreaban.

Y sí que lo eras. Tú, la flor más hermosa, eras, ante las demás, una furcia.

– Las furcias cobran – precisó una –, ella lo hace gratis.

Tú lo eras, flor más hermosa, eras la puta, la puta gratuita.

La puta que, descaradamente, le daba su néctar a cualquiera. La que se dejaba polinizar de todas las abejas. La que prestaba sus pétalos al apareamiento de las mariposas. La que alimentaba a las mariquitas.

– ¡Las mariquitas están enfermas! EN-FER-MAS – dijo, indignada, la santurrona –. No es normal que se casen entre ellas, ¡NO ES NORMAL!

De noche te quedabas abierta, mientras las otras dormían. Las abejas obreras escapaban de sus colmenas y te polinizaban. Eso te gustaba. Te gustaba que te polinizaran. Que te polinizaran toda la noche y todo el día. Una tras otra. Sin descanso.

También te emborrachabas con los cucarrones y las moscas. Ellos traían bolitas de mierda y se sentaban en tus pétalos, y en tus hojas y en tu tallo. Y zumbaban, y comían mierda, y comías mierda. Eso te hacía más hermosa.

Y las mariposas se revolcaban en tus pétalos. Se apareaban sobre ti. Ya no parecías de un solo color. Eras de todos los colores de las mariposas.

Te polinizaban. Te emborrachaban. Se apareaban sobre ti. También te contaban sus aventuras, sus vidas de bichos. Ellos te hacían sentir como si no estuvieras sembrada, como si pudieras moverte. Y tú sonreías, y escuchabas, y comías mierda, y te ponías cada vez más hermosa y más viva. Volabas como ellas, aunque estuvieras amarrada a la tierra.

IV

– No sean tontas – dijo la flor más hermosa –, las flores somos hermosas y divertidas. Somos alegres y extrovertidas. Somos amadas y admiradas. No somos esposas ni somos aburridas.
– ¡Puta! ¡Enferma! ¡Detestable! – gritaron las otras flores.
– Si soy tan puta, enferma y detestable, no hablen de mí – respondió, enojada, la flor más hermosa.
– ¡Lo haremos! ¡No hablaremos de ti! – gritaron, de nuevo, las otras flores.

Las otras flores solo vivían para dos cosas: pensar en la galante abeja que aún no aparecía, y criticar a la flor puta.

Por varios días las otras flores se murieron del tedio, se quedaron mudas.

V

La flor más hermosa no guardaba rencor contra las otras flores.

En una ocasión, viendo que las demás morían por falta de abono, le pidió a los cucarrones y a las moscas que dejaran bolitas de mierda cerca de los tallos de sus vecinas mojigatas. Así lo hicieron las moscas y los cucarrones.

Al principio, las otras flores se negaron a comer. En todo el día le dieron la espalda a las bolitas de mierda y hacían de cuenta que no estaban allí. A la mañana siguiente, las otras flores estaban hermosas. Las bolitas de mierda habían desaparecido.

Pero la flor más hermosa también era una flor traviesa.

En otra ocasión, pidió a los gusanos que se pararan debajo de las otras flores. Luego, le dijo a las mariposas que atrajeran a los pájaros. Cuando los pájaros vieron a los gusanos se lanzaron a cazarlos, revoloteando sobre las otras flores. Faltando poco para que los gusanos fueran comidos, las abejas salieron a picar a los pájaros, quienes huyeron y no volvieron.

– ¡Detestable! ¡Detestable! – gritaban las otras flores – Por tu culpa, prostituta, el pájaro ha venido. Y, mientras trataba de cazar los gusanos, nos ha dejado todas despeinadas.
La flor más hermosa reía.

VI

El tiempo pasó, como pasa sobre todo ser viviente.

Las otras flores habían retomado el hábito de criticar a la flor más hermosa, a gritarle puta y reprocharle su vida. Retomaron el hábito porque en sus vidas no pasó nada. Porque nunca pasó la abeja galante. Ni la mariposa de una sola flor. Ni una sola mariquita que no fuera tan gay. Y no pasaría, porque a la mañana siguiente se marchitarían, porque ya no habría abejas ni prostitutas. Todas estaban tristes. Muertas antes de tiempo. Cerraron sus pétalos, por última vez, tan pronto el sol se puso.

– Mañana moriré – dijo la flor más hermosa –. Así que traigan mierda, y tomen mi néctar y acuéstense sobre mis pétalos. Hoy celebraremos, sin tristezas, que mañana moriré.

Todos los bichos, aunque melancólicos, sonrieron. Y se posaron sobre ella, con todos sus colores.
La flor más hermosa fue, aún, más hermosa.
VII

– Mira que flor más hermosa – exclamó la mujer.
– Mira todos los bichos – exclamó el hombre.
– Es la única que aún no se marchita – dijo la mujer.
– Las otras flores están muertas – dijo el hombre.

Se inclinaron sobre la flor, y la flor, moribunda, sonrió.

VIII

Momificada entre dos vidrios está la flor más hermosa. Fue el anillo de compromiso que el hombre no pudo pagar en su época de universidad.

Momificada, entre dos vidrios. Puesta sobre la mesa del centro de una sala. Ajada y café. Seca y muerta.

– ¿Quién es esa? – preguntan las flores de los floreros.
– La flor más hermosa –responden las moscas.

Las moscas cuentan, siempre, la vida de la flor más hermosa a las flores de los floreros. Éstas, por un momento, olvidan que son enfermas terminales con el tallo amputado. Éstas, por un momento, se sienten la flor más hermosa. La puta capaz de volar aunque esté amarrada a la tierra.

IX

La flor más hermosa, muerta pero igual de bella, sonríe.

De grande voy a ser ilustrador de libros para niños.

Mis profesores del colegio decían que yo no sabía dibujar, porque me salía de la línea. Tampoco escribir, me salía del guión. A mí eso me jodió, porque yo solo sirvo para escribir y dibujar.
Ellos no entendían que por fuera de la línea se ve más bonito.

domingo, 4 de julio de 2010

Soy como todo el mundo: distinto.


Supongo que la primera entrada de mi blog debe ser sincera. Así que voy a decir quién creo que soy en este momento, en un acto de honestidad conmigo mismo, y con quien quiera leerme.

Soy un tipo normalito. Gruñon, a ratos. Ermitaño. La gente piensa que soy una mierda, y paso por prepotente la mayor parte del tiempo (puedo serlo). Soy camorrero. Desde el colegio me gusta vivir peleando con mis profesores.

Puedo sentir mucho cariño por personas que apenas conozco. Me da pánico el rechazo y mis habilidades sociales son nulas. Soy celoso con mis amigos, tengo pocos y nunca les demuestro afecto, pero me podría hacer matar por ellos (también, a veces, nos matamos entre nosotros mismos).

Puedo parecer muy fuerte, pero soy muy débil. Me desmotivo con facilidad y tengo complejo de inferioridad.

Tengo 21 años, pero parezco de mil.

Soy cursi y ridículo (solo con leer esto uno se da cuenta), a veces bobo. Y tengo buen sentido del humor.

Me gusta cantar. Mi familia odia ese gusto.

Para mí es más fácil escribir que hablar. Y me es muy fácil escribir de mí mismo, aquí, porque dejo de ser yo, para ser solo letras en una pantalla.

Pensaba publicar un dibujo para mi primera entrada. Vivo poniendo dibujos en todas partes. Creo que lo más natural, si me voy a presentar, es dejar una foto mía.

Supuse que la primera entrada de mi blog debería ser sincera, pero fallé en eso. Reconozco que edité la foto para hacerla más bonita.