viernes, 22 de octubre de 2010


Ay sí, ya sé. Todo esto resulta siendo una payasada, por lo menos la mía es una payasada de buen gusto.
¿Había necesidad de ser tan escandaloso? La escenita salió tan barata, tan ordinaria.
Amiguito, de verdad, con una cabeza así de hueca yo lo hubiera pensado dos veces. Lo más obvio era que, en lugar de caer, iba a flotar.
Esta mañana usted decidió suicidarse.
Se tiró del techo esperando chocar contra el piso y hacer un reguero de sangre que nadie iba a querer limpiar. Afortunadamente su cabezota llena de aire impidió el suicidio, pero el susto de estar volando lo mató de un paro cardiaco.
Una muerte más higiénica, todo hay que decirlo.
Me pidió ayuda, pero yo estaba muy ocupado cruzando la calle. Yo iba por ahí, tarareando una fastidiosa cancioncita que no me logro sacar de la cabeza.
Esta mañana usted se mató, y a mí me da lo mismo.
Yo sigo de largo. Usted sigue muerto.

domingo, 17 de octubre de 2010


La lluvia no es triste ni melancólica. La lluvia es divertida e hiperactiva.
Solo hay que ver cómo se entretiene con el pelo de los que no aceptan que son crespos. Solo hay que ver cómo pone a todo el mundo a correr.